Reproducción del Ciervo

El proceso de reproducción de los ciervos es diverso e interesante, pues a pesar de que pertenecen a la misma familia taxonómica (Cervidae) presentan diferencias en sus etapas de acuerdo a la especie. No es lo mismo hablar de un gran alce a un pequeño pudú. Casi todas las especies se rigen bajo la poligamia, pero un ejemplo de monogamia lo encontramos en el corzo (Capreolus capreolus) el cérvido más pequeño de Eurasia.

Dentro de la poligamia, un macho establece su territorio mediante señales químicas, lo que significa que ningún otro individuo masculino es bienvenido. Este puede aparearse con cada hembra que quedó dentro de su territorio. En otros casos, son las hembras quienes forman grupos que están vigilados por un macho dominante, o bien,  grupos de “solteros” viajan en manadas para buscar a hembras disponibles.

El tamaño y la simetría de las astas resulta atractivo para las hembras en la temporada reproductiva.

Los miembros masculinos más grandes y territoriales tienen conflictos con otros individuos que desean dominar el lugar, por lo que es muy común observar batallas donde las cornamentas o los colmillos son utilizados como armas letales. En estos enfrentamientos uno logra la victoria mientras el perdedor tiene que huir; también puede darse el caso de que ambos salgan heridos, o peor aún, que las cornamentas queden atascadas permanentemente sin posibilidad de desengancharse, por lo que ambos participantes llegan a morir de manera agónica.

¿Sabías que el tamaño y la simetría de las astas resulta atractivo para las hembras? Resulta que las astas más grandes y simétricas son reflejo de una buena nutrición, lo que se traduce a una salud óptima. Tal característica indica que el macho es un excelente candidato, y por lo tanto, es menos probable que una cierva lo rechace.

Los apareamientos ocurren en diferentes meses del año. Muchos comienzan la temporada en los meses de octubre o noviembre, mientras otros de abril a junio.

Hábitos reproductivos de los ciervos.
Cervatillo bebiendo leche de su madre.

Al final de la temporada reproductiva, si un ciervo maduro tuvo apareamientos con un gran número de hembras, su aspecto es de un animal visiblemente agotado y con un 20-30% menos de peso corporal. Esto es a consecuencia del gran desgaste físico y de la falta de alimentación que tuvo durante ese lapso.

El período de gestación se mantiene entre el rango de 5 y 7.6 meses y las madres dan a luz de una a tres crías, siendo lo más común la llegada de una sola. La mayoría de las crías nacen cubiertas de pequeñas motas blancas que van desapareciendo con la edad.

Los recién nacidos tienen diferentes pesos con relación al tipo de ciervo; por ejemplo: el muntíaco de la India registra tan solo 650 g; el pudú de 600 a 1,000 g; el ciervo mulo de 2 a 5 kg; el caribú hasta 12 kg y el gran alce hasta 16 kg. Estos últimos llegan a crecer hasta 1 kg por día debido a la leche nutritiva.

El promedio de expectativa de vida de los ciervos en estado natural es de 6 a 15 años.

La leche que se produce se compone de grasa, albúmina, lactosa, potasio y sodio. Esto permite un rápido crecimiento y un óptimo desarrollo de defensas, huesos y musculatura que los mantendrá con salud hasta la adultez. El destete ocurre a diferentes edades. En algunos se presenta al mes y en otros continua hasta los 5 meses de vida.

Las madres son atentas y muy protectoras de sus cervatillos, pues al nacer los protegen dentro de la vegetación para que no sean detectados por los depredadores. La madurez sexual llega tan tempranamente como a los 5 meses de edad como es el caso del venado acuático chino (Hydropotes inermis) o hasta los dos años como en el alce americano (Alces americanus), por poner unos ejemplos.

El promedio de expectativa de vida de los ciervos en estado natural es de 6 a 15 años, pero en cautiverio ciertas especies viven hasta los 22 años por recibir mayores cuidados y estar lejos de las armas de los cazadores.

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